El ñoño del salón

Bueno pues, para quitarle lo virgen a este blog, y a solicitud del buen Inphi, iniciaremos con una realidad dura, pero realidad al fin; soy un ñoño.

Durante mi andar académico siempre fui aquel personaje al que las mujeres, a reserva de un par de excepciones, le hablaban no para ligar, sino coqueteaban para conseguir que el día del examen les pasara las respuestas.

El clásico individuo que ante la súplica de la compañerita sexy que se sentaba junto, el día del examen le decía que el no iba a hacer ningún esfuerzo por ayudarla, que copiara lo que pudiera (cuestión imposible cuando la letra del matado tiene puntaje 8).

Pero precisamente fue una de esas excepciones la que me llevó a conocer a El George.

Era nuevo en el CUM y afortunadamente había quedado en el mismo salón que mi único amigo de la secundaria, Pepe, de lo contrario la primer semana habría sido mucho más solitaria.

En la segunda semana de clases se acercó a mi un tipo, del que lo único que conocía era su nombre y número de lista, y de la nada comenzó la labor de reporteo.

Que si me gustaba el fucho, que dónde había estudiado la secundaria, que si a Chuchita la bolsearon, y de la nada, tómala barbón, suelta la pregunta inofensiva pero con cola: “¿tienes novia?”, a chinga, o es gay, o algo se trae.

Resulta que su compañerita sexy de banca fue uno de esos extraños casos que no buscaba las respuestas del examen, aparentemente se había enternecido por el tapón de 1.50, ermitaño y que pase lo que pase está fuera de lugar.

Lo que la señorita nunca imagino fue la cadena de sucesos que iba a desatar al mandar a El George a investigar sobre el ñoño del salón, porque aunque fue una estupidez no aventarme un round con ella (los ñoños somos muy tarados), al día de hoy conservo una gran amistad con aquel enviado que llevó a cabo a la perfección la labor de investigación que le fue encomendada.

A fin de cuentas aunque no consiguió lo que quería (importante reiterar lo de tarado), sin quererlo dejó algo muy bueno. Ella terminó siendo novia de uno de nuestros amigos, cortó y regresó, volvió a cortar y a regresar, hoy en día no sé si el switch de su relación está en on o en off.